Desde el inicio de la humanidad, los hongos han estado fuertemente relacionados con la medicina. Fueron identificados como agentes causantes de enfermedades humanas, tales como infecciones de la piel. A raíz de esto, el estudio sobre el potencial médico de los hongos se postergó durante mucho tiempo. Sin embargo, felizmente también han revolucionado la medicina a lo largo de la historia y sus contribuciones al descubrimiento y desarrollo de fármacos son cada día más fascinantes.
¿Cuántas veces has tomado antibióticos? ¿Y cuántas de esas veces ese antibiótico fue la penicilina? Probablemente tu respuesta sea "más de una vez". Nuestra querida penicilina se obtiene de un hongo del género Penicillium y fue descubierta por primera vez por Alexander Fleming en 1928. Fleming encontró la penicilina por accidente cuando algunas de sus placas de cultivo se contaminaron con moho. Lo que hasta ese momento había sido considerado "un estorbo", terminó siendo uno de los mayores acontecimientos médicos de la historia.
La penicilina puede parecer historia antigua, pero los hongos siempre van a la vanguardia. En un mundo donde la concientización sobre la salud mental ha tomado mayor importancia entre la sociedad, estos nos sorprenden una vez más. La psilocibina es un conocido psicodélico presente en más de 100 especies de hongos, muchos de los cuales pertenecen al género Psilocybe. Aunque la psilocibina fue satanizada y marginada durante los años 60 debido a su popularización fuera de la investigación clínica, muchos estudios científicos en la actualidad indican que la psilocibina podría cambiar las reglas del juego para la depresión mayor, la ansiedad, las adicciones y el TEPT. La administración de psilocibina junto con la psicoterapia ha mostrado una mejora significativa para las personas que experimentan estos trastornos, incluido un efecto a largo plazo y hasta casos de remisión (desaparición por completo de las afecciones). Aunque estos ensayos aún son pequeños, han llevado el término "hongos mágicos" a otro nivel.
Se estima que la biodiversidad de hongos supera con creces el número de especies que conocemos actualmente. Si tenemos esto en mente, podemos entender que existe un mundo de posibilidades en base a nuevos productos fúngicos bioactivos que potencialmente podrían salvar vidas.